LA BELLEZA ES UN CAMPO MINADO

La página intentará reflejar opniones y entrevistas a personalidades de nuestra época. Les agradezco su visita.

Nombre: Sergio Kisielewsky
Ubicación: Capital Federal, Buenos Aires, Argentina

Sergio Kisielewsky nació en Buenos Aires en 1957. Integró el Taller Literario Mario J. De Lellis y la Revista Mascaró. Publicó los libros de poemas Algo de la época, Memoria caníbal, Corazón negro, Electrificar Rusia y La belleza es un campo minado. Es periodista.

12/10/2012


Los días de Onofre Lovero

Lo recuerdo como un gran compañero de trabajo, un hombre solidario y que ponía el cuerpo
para que el teatro se desarrolle en todas sus variantes estéticas.

Por Sergio Kisielewsky

Desde el 2003 saludaba todos los días al entrar y salir del Edificio de La Casa de la Cultura, iba a
su oficina de Proteatro y siempre con una sonrisa un gesto de fraternidad, una palabra
cariñosa preguntando, escuchando a sus compañeros de trabajo. Su andar cansino no lo
privaba de mirar a su alrededor y contar anécdotas recomendar obras de teatro y referirse a
sus colegas actores como hermanos de sangre. En verdad todos eran sus hijos, sus camaradas
de peripecias en el mundo del teatro y la gestión cultural, en cada obra que se estrenaba en
Buenos Aires representaba para él un nuevo aliciente y hasta último momento no se perdía los
estrenos. Al actor o actriz que le nombraras era el mejor, en verdad reconocía en los otros lo
que él tenía: grandeza sin límites. Se tomaba todo con calma pero fue muy enérgico en sus
convicciones solidarias. Sólo le temblaba la voz al hablar de su hija María Lovero bailarina
especializada en danza cásica, se le iluminaban los ojos, “su risa lo hacía libre le pone alas”
como dijo Miguel Hernández. Cerca de las seis de la tarde se iba a su casa y antes mostraba la
V de la Victoria. Era un hombre muy mayor a causa de diversas enfermedades que lo tenían a
maltraer pero eso no le impedía venir a trabajar todos los días incluso los sábados. Saludaba a
todos sin excepción, desde gente que hacia la limpieza, encargados de seguridad y de
recepción como así los que estamos en Informes de Cultura. Siempre tenía el deseo de
comunicarse con el otro, esa búsqueda colectiva que portan los actores, de ir al encuentro
con los prójimos y buscar de cada uno lo mejor, para poder componer ensayar, escribir entre
todos. En Onofre se notaba lo que tenía de colectivo el hecho artístico, un ritual que no se da
en otras artes o se manifiesta de otra forma y con otros mecanismos. El teatro es un hecho
conjunto y que debe potenciarse en el otro. Eso lo vi en grandes actores y actrices como
Leonor Manso e Ingrid Pellicori que realizaron la dramaturgia de un conjunto de poemas e
hicieron esa maravilla que fue Los poetas de Mascaró (junto a Patricio Contreras, Alejandro
Awada, Walter Quiroz, Elena Tasisto, Claudia Tomás y Benito Grande) ahí aprendí que siempre
la búsqueda es colectiva en una obra de teatro. También vi que el actor también es una
poética en sí misma, transforma la escritura en movimiento, relieve, sustancia, albedrío.
Después se produce la maravilla del encuentro con el público y en el caso de Los poetas de
Mascaró con sus 4000 espectadores en poco más de un año fue más que un éxito, resultó un
puente para seguir avanzando en la construcción de otros puentes que unan a la poesía y el
teatro como danza única “como moneda que está en el alma y no se puede guardar” como
escribió el gran Atahualpa Yupanqui. Onofre siempre leyó los poemas de Norberto Barleand,
de Patricia Sibar, los míos, de todo aquel que le acercaba sus textos y después te los
comentaba, te decía gracias por la poesía, por crear, por enfrentar las injusticias con el arte sin
dejar las opiniones de lado. Me preguntaba siempre: “Qué tal ¿Estás escribiendo?”. Chau
Onofre. Un hombre así no se encuentra todos los días.